martes, 29 de marzo de 2011

Tarea 6

UNIDAD 2.
TEMA 1. Las instituciones formadoras de docentes en la región. (Un recuento histórico)
LECTURA: LA FORMACION DE MAESTROS EN LAS ESCUELAS NORMALES.
Bernard Honore, un pensador que se ha dedicado a construir una teoría de la formación docente, dice que “el asunto de la formación es un problema planteado, no resuelto”[1]. Y haciendo referencia a nuestro país,  la formación de los maestros de educación básica es, efectivamente, un problema planteado desde hace mucho tiempo. Un problema al que se le ha tratado de dar solución desde muy diversos ángulos, pero que rara vez se ha reflexionado con toda profundidad. La historia de la formación de los maestros de primaria en nuestro país está marcada por un continuo debate acerca del maestro que se debe formar.
Es por ello que en esta lectura, Ernesto Meneses examina lo que sucede en las escuelas normales referente a la formación de maestros, pretendiendo avanzar en la búsqueda de otros indicadores que ayuden a una comprensión mas clara del profesor y de su quehacer, especialmente al estar ubicado en un espacio social concreto y en un tiempo histórico definido.
Ante la falta de definiciones para la formación de profesores, en la década de los setentas se llevaron a cabo tres cambios. Es importante aclarar que en el caso del Plan de estudios 1972, el cual hace referencia el autor, no se puede considerar como una reforma educativa porque solamente se le hicieron algunos cambios al Plan de estudios de 1969. Sus propósitos eran ofrecer preparación de alto contenido científico para atender con éxito la educación primaria; capacitar a los profesores para continuar estudios en otros niveles y ayudarles a integrarse a la comunidad regional y nacional. Fue así como surgió el Plan de estudios 1972. [2]
Con el Plan 1972 se introdujo la formación dual, es decir, al mismo tiempo que se estudiaba la carrera de profesor de educación primaria o preescolar se obtenía el certificado de bachillerato en Ciencias sociales; esto fue lo que ocasionó que se incluyeran un alto número de materias dedicadas a la formación general, propia del bachillerato y un menor número de materias para la formación específica para el ejercicio de la docencia. En 1972 también se reformó la educación básica y sin embargo, el Plan 72 de educación normal no incluyó las materias de educación primaria.
Se pensó que con el Plan 72 se le daría al estudiante normalista la preparación necesaria para atender la educación primaria, así también para que estuviera capacitado para continuar estudios superiores.  El Plan de estudios quedó conformado por 101 asignaturas que se cursaban en ocho semestres con un promedio de 13 de ellas semestralmente; es decir, todo un monumento a la atomización del conocimiento y a la negación de toda posibilidad de entender y explicar la educación desde una concepción integral y totalizadora.
Actualmente los programas académicos de las escuelas normales mexicanas no están diseñados para que los estudiantes accedan al conocimiento teórico y lo lleven a la practica, sino más bien, al dominio de las técnicas para enseñar, entendiendo así a la enseñanza como la simple transmisión o memorización de información.
El  modelo curricular propone formas nuevas de encarar el trabajo docente en las aulas normalistas; sin embargo, es común hallar fuerte resistencia en los estilos de enseñanza. Lo anterior confirma que el cambio no se desprende directamente del diseño de planes y programas, sino que se vive como proceso paulatino en el cual confluyen experiencias personales e institucionales de toda índole. De acuerdo con Torres, es el profesor quien, en última instancia, da cuerpo al currículo y lo convierte en su principal herramienta de trabajo[3].
Es por ello que los formadores de docentes sólo podrán modificar su práctica de manera consciente y creativa si comprenden el por qué de la necesidad de tales cambios.
Considero que la asignación de funciones a la escuela cambia con la época y según las ideas y  modos culturales dominantes en cada sociedad. Nuestra sociedad se caracteriza por un importante proceso de innovación tecnológica y de intercomunicación creciente entre países, grupos y sectores: el llamado fenómeno de globalización.
Consecuentemente, a los docentes se les plantean problemas diferentes y nuevos. La materia de su actividad, de por sí, es cambiante y, además, tienen una nueva función: enseñar para aprender. Es decir, ahora es clave que los alumnos aprendan a desarrollar procesos cognoscitivos para ser aplicados a situaciones nuevas; y no sólo aplicaciones del conocimiento.
Los profesores deben apropiarse del conocimiento pedagógico de manera diferente a lo que actualmente se acostumbra en las escuelas normales. Esto significa que los profesores se formen académicamente mediante un proceso de apropiación cognitiva, de análisis y de critica para ampliar las posibilidades de que ellos adquieran conocimiento pleno de la teoría pedagógica y, de esa manera, sean capaces de entender y explicar la realidad concreta que viven cotidianamente en la escuela y, a su vez, puedan participar en el proceso de transformación social. Es decir, pensar la formación pedagógica de los profesores desde una perspectiva crítica y dejar de concebir a la pedagogía como una actividad que se lleva a cabo en las aulas y en la institución escolar, al margen de la totalidad social en la que se realiza el trabajo académico.
Por ello en 1978 surge la UPN, tratando de compensar esta ausencia de reflexión sobre la practica y es aquí donde la formación de docentes reconoce a la práctica educativa como objeto de conocimiento, en sus dimensiones de práctica política, escolar y áulica; incluye entre las tareas de los educandos la reflexión sobre la práctica, el indagar acerca de sus dimensiones, formular conocimiento a partir de la experiencia empírica de los problemas que emergen de la práctica y así integrar la teorización propia y las teorías externas al hecho práctico. Así el docente adquiere una competencia: aprender de su práctica; pudiendo así facilitarla en sus alumnos.
Ahora bien, no hay que olvidar que México es un país diverso y plural, dividido en 32 entidades federativas y en diferentes regiones económicas, geográficas y culturales. El territorio, la población, los recursos naturales y culturales, así como la estructura económica de nuestra nación nos muestran un mosaico de posibilidades y problemas cuyo desarrollo desigual incide también en los niveles, calidad y características de la educación.
A nivel regional, todavía queda mucho por hacer. En primer lugar hay que formar a los niños mexicanos en un conjunto de conocimientos básicos con carácter nacional, e incorporar contenidos regionales. Esto no es fácil, para ello, es necesario rescatar la historia y la cultura locales, pero al mismo tiempo hay que insertarlas en un marco nacional.
La Secretaría de Educación Pública, consciente de este y muchos otros problemas, se ha dado a la tarea de diseñar programas de actualización para los maestros, guías para que impartan sus clases, nuevos libros de texto para la enseñanza de las matemáticas, español, ciencias naturales, historia y geografía, entre otros más. Sin embargo, el plan de estudios en las Escuelas Normales sigue siendo el de 1997. Es por esto que existe un gran desfase entre la Educación Normal y la Básica, al faltar coherencia y simultaneidad respecto de los cambios que han venido realizándoles. Así, el educador que egresa de una Normal se enfrenta a una realidad educativa diferente a la que su preparación presuponía. De aquí la gran contradicción, y que nuestra educación se encuentre atrapada entre la tradición y la modernidad.
Una de las formas para resolver este problema ha sido la actualización de los maestros. Para ello, la Secretaría de Educación Pública puso en marcha el “Programa Nacional para la actualización permanente de los maestros de educación básica en servicio”[4]. Los cursos se diseñaron de manera flexible, con objeto de que se adaptaran a diferentes formas de estudio y, sobre todo, para promover el autodidactismo.
¿Pero será esta realmente la respuesta para atacar un problema que no ha sido solucionado de raíz?
Recordemos que si el docente adquiere en su formación, la capacidad para comparar distintos enfoques y revisar supuestos y consecuencias, podrá evitar las rutinas que pierden sentido al repetirse sin medida. Podrá aspirar a generar, y también a enseñar, nuevas alternativas y nuevos valores, es decir, será un docente atento a la consecución de competencias.





[1] HONORE, Bernard. Para una teoría de la formación, Narcea, España, 1980
[2] MENESES, Ernesto. “ La formación de maestros en las escuelas normales” en: Antología Básica. Historia regional, formación docente y educación básica en… México, DF. Corporación mexicana de impresión, S.A. de C.V. 1996. pp 185-203

[3] TORRES, Rosa María. Qué y Cómo aprender. Necesidades básicas de aprendizaje y contenidos curriculares. SEP, Biblioteca del Normalista. 1998. pp 6-23
[4] 1996 “El movimiento de base por la dignidad magisterial” en La Jornada Laboral, jueves 25 de julio, pag. 6 y 7. Universidad Pedagógica Nacional.

6 comentarios:

  1. Rocio esta vez coincido plenamente contigo cuando haces mencion del desfase de planes que se estudian (Planes antiguos)y las estrategias que se emplean (Reforma Basada en Competencias).
    En la actualidad se esta visualizando más este problema de contradicción pero tambien creo que "si cada maestro pone de su parte para su actualización" tal vez NO ,nos saldremos tanto de las expectativas para el logro de enseñanzas de calidad y de formación integral para nuestros alumnos¿ O tu como vez ?

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  3. Rocío querida:
    Me ha tocado asistir a los talleres previos al curso escolar, impartidos por personal de SEP. La actitud algunos maestros que trabajan con plaza reflejan decepción o asumen que tienes cierto interés o iniciativa ya que "trabajas en un colegio particular" Una actitud propositiva es contagiosa, pero también lo es una actitud apática.
    Ahí radica la responsabilidad individual, enaltecer con actitudes que engrandezcan nuestra labor.
    Me encantó tu trabajo.

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  4. Estoy totalmente de acuerdo en que la actitud que mostremos como docentes, influira en los resultados obtenidos es nuestro trabajo, si bien es cierto que la actitud de muchos maestros es de apatia, creo que nos debe de servir como ejemplo para no caer en ella, trabajamos con seres humanos, muy valiosos por cierto, no debemos de olvidar este punto nunca. de lo que hagamos por ellos se reflejara en un futuro no muy lejano.

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  5. Estimadísima Rocío:
    ¿Por qué criticas a la Normal? Nos llevan 3 años adelantados!!! Jajajaja!!! Changous! >< Arriba el plan '94!!! Con todo y sus faltas de ortografía y cosas... :)

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  6. Rocío, por mas que le busqué y le busqué no le encontré error que criticarle, bueno prácticamente me pareció perfecto su escrito, felicidades y estoy de acuerdo con usted y también coincido con los comentarios de sus compañeras; lo cual nos lleva a lo que ya hemos hablado con anterioridad, la vocación definitivamente es la que nos va a dar la pauta de todo porque es nuestra convicción y ésta es inmutable.
    Saludos.

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